Y comencé a andar, desorientado, rozándome indiferente con los hombres y las cosas, devorando cuadras y cuadras, saltando acequias, desafiando el furioso tartamudeo de los perros, lleno de rabia sorda contra mí mismo y procurando edificar, sobre la base de una rebeldía, el baluarte de una resolución inquebrantable. Y ella me contestó —no te vayas molestar, taita—; Para que trabaje menos y gane más, como taita Ramun”. —No. Eran Maray, de la tribu de los pascos; Runtus, de la de los huaylas; y Páucar, de la de los panataguas, la más feroz y guerrera de las tribus. CUSHISCAICAN: alegría. Todos, pues, nos cuidamos y celamos. —También te traigo esta botellita para que bebamos, y este atadito de coca para la catipa. ¿Nuestras riquezas son, acaso, las de los mistis? Juez durante varios años en la sierra peruana, vio desfilar ante sí a muchedumbre de personajes humanos llenos de dolor, de miseria y de angustia. Era una hembra incitadora como el ají, según expresión propia, y, más que incitadora, fascinante como una vampiresa. El zorro exclama: -¡Este sapito ya me está alcanzando!Siguieron corriendo; por la orilla iba el zorro que nuevamente pregunta: -¿Sapito rana?- , a lo que el sapo contestó - ¡Croc, croc!-, y el zorro exclama muy preocupado esta vez: -¡Este sapito está casi a mi lado!Continúan corriendo un trecho y el zorro vuelve a preguntar: -¿Sapito rana?- y el sapo replica. Como si de esto hubiera por acá para dar y vender. No; lo hizo usted por envidia al piojo. Y sobre este desencanto, sobre esta defraudación espiritual, sobre este naufragio de la prole misérrima y desequilibrada, vino a caer sobre Zimens de repente el peso de una desgracia inmensa, horrible, desesperante, traidora, vil… Un día descubrió el infeliz en su apolínea faz, de blancura impecable, la lividez de un tumor sospechoso. Pero ¿por dónde podría estar jugando la trentayuna? Por antecedentes de notoriedad pública sabía que Hilarlo Crispín, el raptor de su hija, era un indio de malas entrañas, gran bebedor de chacta, ocioso, amigo de malas juntas y seductor de doncellas; un mostrenco, como castizamente llaman por estas tierras al hombre desocupado y vagabundo. —gimió más que habló una voz en el centro de la plaza—. El indio, después de separar en dos porciones el precio tradicional correspondiente a cada servicio religioso, concluyó diciendo, con una resignación hipócrita, que parecía un reproche a la sordidez del cura, al mismo tiempo que volteaba el huallqui: —Te llevas toda mi cosecha, taita. El tiro requiere perseverancia, dinero de sobra y hasta cierta rigidez en el método de vida, y, la verdad, yo jamás me sentí capaz de un sacrificio de esta clase. A las nueve estarán allá descansadamente”. Fue aquella una ascensión del más puro andinismo, en la cual, a falta de bastones y cuerdas, las manos y los desnudos pies iban haciendo de garfios sobre las aristas de las rocas y las ramas de las plantas rastreras. Eso no se le descubre a una señora. ¿Cómo podía estar en pleno goce de otra cuando al dejarla, no hacía mucho, se había llevado la sensación de que la de ellos no se había acabado todavía? Miré y me quedé estupefacto. Nuevos cuentos andinos ¿No habría alentado la Isidora, de algún modo, a Quelopana? —¿Estás seguro? En el primer momento tropezamos con una dificultad: la de no hallar con quién entendernos para el franqueo de la casa, delante de la cual el escribano y yo tuvimos que permanecer algunos minutos esperando al interesado, que había prometido asistir. —No es por nada de eso, mal pensado. y al reparar en Racucunca, que en ese instante, con un gran espejo cóncavo, de oro bruñido, recogía un haz de rayos solares para encender el nevado copo de algodón, del que había de salir el fuego sagrado para los sacrificios, levantó el puño como una maza, escupió al aire y del arco de su boca salió, como una flecha envenenada esta frase: “Cori-Huayta no será tuya, traidor. Con el máuser que me dejó mi padre Rufino. I —Yábar, su despacho. El semblante de Ishaco no revelaba la satisfacción de una curiosidad infantil, sino la expresión de un pensamiento torcido y precoz. ¿Qué vale para el indio la luz de todas las civilizaciones juntas, disfrutada al amparo de de la ciudad, comparada con el rayo de sol, disfrutando al amor de sus majestuosas cumbres andinas? Como casi todos los rebeldes tomaran hacia la montaña, con el fin de internarse en ella y librarse así de caer en manos de las autoridades, puestas en acción telegráficamente, él, Rabines, llevado de un presentimiento, tomó por el lado contrario, hacia la costa, pues algo le decía que por esa ruta la persecución y vigilancia, no habrían de ser tan rigurosas, por lo mismo que la atención de todos, amigos y enemigos, estaría fija en esos trágicos momentos en la serranía y la montaña cutervinas. —¿Conque les parezco Juan Rabines? A la tardecita del sábado me encargas algo para el cocal que está en el fondo y yo voy por él, y cuando todos crean que ya he regresado, aprovechando de la nochecita, estaré lejos, hasta el lunes, muy de mañanita, que estaré otra vez en mi puesto. El que se mete para adentro va a dar a la montaña real, donde es seguro que se lo come el tigrillo o el puma, o se pierda y, mientras agoniza de hambre, las utacas lo devoran. Lo que no dejaría también de ser inverosímil, pues es un acto en que han debido intervenir hasta ocho personas, seguramente honorables y de la confianza del testador, el silencio de todos sólo podría explicarse por la colusión y el soborno, cosa que se hace difícil aceptar. Author / Uploaded; Un tiroteo es escandaloso, y cuando un tiro cae en mala parte, ya sea al vigilante o al contrabandista, trae complicaciones, de las que se corre el riesgo de salir mal. Additional troubleshooting information here. —¡Tatau! La misma que golpeó, nerviosamente y en forma consabida, la puerta de la casa que estuviste ayer espiando. Yo soy un chupán de los nuevos, de esos que han aprendido en el cuartel y en los periódicos lo que es la patria, lo que debemos hacer todos por la patria. Voy a tomarle por horas. La mula de «taita Ramun» I Taita Ramun, como le llamaban todos en el pueblo al señor don Ramón Ortiz, español de Andalucía y cura de Chupán, a mucha honra, según decía él, con resabio de ironía bastante perceptible, habíase levantado aquel día más temprano que de costumbre. —¡Cómo! Antes había visto todas estas cosas pasar delante de sus ojos como las más naturales y legítimas del mundo, como cosas que, por lo mismo que pesaban por igual sobre todos, a nadie sublevaban y a nadie envilecían. Ha tenido la presunción de defenderse sólo, aprovechando de la defensa libre y atenido a la justicia de su causa, que no siempre, dicho sea sin agraviar, es la mejor razón para ganar un juicio. —¿De veras, Juan? Pero como yo no sé perdonar, porque para eso soy quien soy, prepárate, que he venido a pedirte estrecha cuenta”. Si entre sus paisanos estaría el que habría de hacérselos cambiar. Pero movido por un repentino orgullo y no queriendo insistir en mi negativa, que podría tal vez tomarse en mal sentido, más que todo, estimulado también por la curiosidad, tomé el arma y apunté. Culqui, el odiado y a la vez querido Culqui, se preparaba a hacer algo nunca visto. Te burlaste del yaachishum. Yo estoy por creer que al fin usted Martínez y la Jesusa acabarán por entenderse. Hace muchas noches que tu madre no duerme esperándote. El zorro partió a buscar otros compañeros para formar su propio ejército. Que no vuelva a verte por aquí y menos en mi camino”. que acompañarme, ¡hágalo siquiera por mí! Aquella manera de bajar del auto y pagar y, particularmente, aquel disimulado ojeo a un extremo y otro de la calle antes de romper a andar, me dijeron algo desfavorable a la honestidad de esa mujer. ¿Que sabes, vamos a ver, de las estaciones, del estado de la atmosfera para cuando conviene sembrar? El ratoncito, más inteligente que el zorro, se acercó y lo llevó por un camino. ¡Zorro tal por cuál! RAYMI: (Inti-Raymi) fiesta del Sol, ceremonia en honor al dios Sol (Inti) (el dios sol) realizaba cada solsticio de invierno. Obasinos cobran más, obasinos están orgullosos de los que les debemos. Patrón Santiago puede oírte, Chuqui, y es vengativo. —¿Y por qué pelean con los piruanos? ¡Verdad! Mas ¿de quién valerse para esta empresa? —¿Quien es el otro? La coca, vuelvo a repetirlo, es virtud, no es vicio, como no es vicio la copa de vino que diariamente consume el sacerdote de la misa. Es en este caserío, en esta tierra de tiradores —illapaco jumapa— , como se les llama en la provincia, donde tuvo la gloria de ver por primera vez el sol Juan Jorge, flor y nata de illapacos, habiendo llegado a los treinta años con una celebridad que pone los pelos de punta cuando se relatan sus hazañas y hace desfallecer de entusiasmo a las doncellas indias de diez leguas a la redonda. ¡Qué parecían al lado de los otros! Y la palabra fue lanzada... —La Victoria... La dije con una voz que no me pareció la mía. —¡Tomen, perros! ¡Ah!, si Schopenhauer hubiera conocido la coca habría dicho cosas más ciertas sobre la voluntad del mundo. Sólo sabía que en torno de esa autoridad, caída en Huánuco de repente, se agitaban hombres que días antes habían cometido, al amparo de la fuerza, todos los vandalismos que la barbarie triunfante podía imaginar. Habría querido guiarlo cualquiera otra noche y no en una como ésta en que todo parecía obstaculizarles el viaje. Yo también, como Karu-Ricag, adiviné ayer tu pensamiento. —Hasta junio del año pasado, ciento cuarentitrés soles, taita; ni uno menos. Espero que al fin acabaremos por donde debimos prencipiar... Es cuestión de que lo diga ella. ¿Por qué has de andar detrás de las que no te quieren? ¡Y tú, hija descastada, que nos has traicionado, maldita seas y que Supay te muerda las entrañas toda la vida! ¿Qué has hecho tú hasta hoy para pretender un cargo que solo puede merecerse después que se haya cumplido con todo lo que las leyes de la comunidad mandan? %PDF-1.7 —¡Gracias, taita! Explíqueme usted su paradoja. Lo único que me respondía era lo extraordinario, lo sobrenatural, tanto más lógico cuanto más me empeñara en encerrar mi razón de juez ritualista y disciplinado en el frío discernimiento de los hechos. —Bueno; iremos. Mientras la mayor parte de los otros peones serranos sacaban apenas una tarea al día, murrientos, nostálgicos, con las miradas pegadas a las cumbres de los cerros que circundaban el valle, él, alegre y decidor, sacaba tres cada dos y a veces hasta cuatro, vertiendo sobre el duro prosaísmo de los picos y las palanas toda la poesía de las canciones y tristes del folklore chotano y cutervino. Opté, pues, por renunciar a la persecución canalla y cobarde, que mantuviera mi curiosidad tensa aquel día por más de dos horas. Al ñn uno de ellos, desvanecida la nube de polvo que los envolvía, miró por el ancho boquete y, lleno de infantil asombro, exclamó: —¡Es un hombre! Es de los tres el más escarpado, el más erguido, el más soberbio. Y terminada la misa, entre el traquido ensordecedor de las girándulas y de los petardos, y la cacofonía de los apabullados cobres y el gemir monótono de los violines y de las arpas, había comenzado el desfile por una callejuela de sauces, un desfile solemne, a pesar de lo grotesco y abigarrado, en el que la policromía rabiosa de las catas y de los faldellines parecía envolver en flamas ondulantes la oscura y triste vestimenta de los hombres. —¿Tenía muchas? Al otro lado se puso el grillito con su ejército de insectos, eran todos chiquititos. Y una vez adentro se siente uno mareado, como si se hubiese tomado mucha chacta. —Y ese detalle de bajarse así, tan corriente en Lima hasta en el centro, por si usted lo ignora, ¿fue motivo de extrañeza para usted? ¿Para qué te descubres? -¡¡¡CATAPLUM!! Lo que pedía Maille era una enormidad que Facundo no podía prometer, no sólo porque no estaba autorizado para ello, sino porque ante el poder del ushanan-jampi no había juramento posible. Sus rejas voladas y pletóricas de macicez y de dibujos revesados y cubiertos de leprosa herrumbre secular; sus balcones tribunicios y de cenicientos balaustres de madera: su portón principal; de marcos repujados y talladuras estrambóticas en el desmesurado plan de los tableros; sus paredes desteñidas y emporcadas por el asperges continuo de las lluvias, todo contribuía a darle a aquella casona colonial una solemnidad fría, siniestra. ¿O se temía algún levantamiento en alguna parte? Lo principal era descubrir lo que me había propuesto. —Verdad, taita —contestó un indio, adelantándose hasta la mesa del consejo. Las caridades de la señora de Tordoya (1955) VOCABULARIO ACTADO: demandado ante el juez. Después de esta ceremonia, celebrada en presencia de todo el pueblo, había seguido la misa del vara-trucay, en la que las varas de los concejales entrantes, adornadas de claveles, son depositadas en el altar mayor para ser bendecidas. A la otra noche iba el ratón saliendo de la casa, cantando y bailando, cuando de repente el zorro que andaba por ahí cerca lo agarró con sus tremendas patas y le dice: -¡Oye ratón! Y comienzan juntos a arrastrarse por el suelo y llegado el momento en que están al alcance, se lanzan y cada uno hace su tarea. ¡Perdónenme del trompiezo por primera vez! La botella giró desfondada. —habló Calixto, deteniéndose junto a Puma Jauni —. ¡Déjame dormir!” Y el insecto impertérrito: ¡Melchor, despierta! ¿Cruel he dicho? ¿No sabes tú que lo que te han enseñado en la escuela me lo debes a mí? Los tres jirca-yayag, que llaman los indios. —¡Nunca! Y luego, que el piojo es el mejor amigo del hombre. Y el reloj, con su palpitar isócrono, parecía decirme: chac… chac… chac… chac… chac… chac… Y la boca comenzaba a hacérseme agua. ¿No has visto al indio bajo las chozas, tras de las tapias, en los caminos, junto a los templos, dentro de las cárceles, sentado impasiblemente, con el huallqui sobre las piernas, en quietud de fakir, masticando y masticando horas enteras, mientras la vida gira y zumba en torno suyo, cual siniestro enjambre? Son tan viciosos como los ingleses y los franceses juntos. Algo de lo suyo le había agregado el mozo, pero, en sustancia, era el de costumbre. Entonces el taita cura aconsejó a los chupanes sacar a patrón Santiago en procesión y llevarlo a pasear por todas las tierras de nuestra comunidad. Un acto poco noble, lo confieso, pero muy humano, muy de vagamundo, sobre todo. De ahí las complacencias de la hija y hasta de la mujer, el odioso sistema de las gabelas y los mandos, que, como una maldición, vienen pesando siempre sobre los hombros del marido y su descendencia masculina. ¿Quién había de ser sino yo, puesto que él fue quien mató a mi padre? USHANAN-JAMPI: violado el destierro perpetuo, lo YAYAS decretan el último remedio, pena de muerte o linchamiento ejecutado por todos los miembros de la comunidad. Antes de venir ha debido revisar usted el expediente y remediar el olvido. El indio, sin saberlo, es schopenhauerista. Y si aquello hubiera seguido así habría acabado por desacreditarme. No hay más que fijarse en la gente que se reúne en ellas desde la puesta del sol hasta la medianoche. Podía jurarlo. ¿Que, te has creído tu que es cosa fácil ser alcalde de Chupán? Juan Jorge se levantó bruscamente y exclamó: —¡Tatau!, pides mucho. Participantes olaff ludwing durand nuñez, linda solededad nuñez inga. Y aunque así fuera ¿no era ella una Calixto para quitarse de encima la liendre que le hubieran engendrado sin su gusto? Un sargento como el no iba a resignarse a que la madurez le sorprendiera antes de haber alcanzado el honor de sentarse en el Consejo de los yayas. Fue en la chacra de “Capujo”, la tarde del domingo anterior al de la vuelta de Carmelo, al obscurecer. —gritó una voz. ¡Qué rabia me daría ser tío de un hijo de Puma Jauni! —respondieron cien más. ¿He dicho marido? �� � } !1AQa"q2���#B��R��$3br� Cincuenta escudos, que no sé de dónde vais a sacarlos si continuáis tan cicateros. A todo esto el quirquincho estaba matándose de risa en la otra banda. —¿Y ha captado usted ya algún motivo? Se sube a la alcaldía con plata y se baja sin ella. La carabina, casi tan grande como el muchacho, que en manos tales hubiera podido tomarse por un pasatiempo, manejada en esa forma sugería la idea del peligro. III El almuerzo fue pantagruélico. El hombre trataba de soltarse para irse, pero lo tenían agarrado con tal fuerza que no podía. ¡Que tu boca no pueda comer más! Y no olvides aquello de que quien a cuchillo mata... —...a cuchillo muere. —¡Lo haré! Ahora presta el rifle, Aureliano, y dobla tus rodillas. LLego este hombre donde estaban las pastoras y se presentó muy amablemente. ¿Acaso la palabra no les servía a ellos para engañar? Después de este solemne juramento, nueve hombres abandonaron cautelosamente la casa de Niceto Huaylas, con esa precaución y disimulo del indio de las cumbres, en tanto que aquel, poseído ya por el pensamiento homicida, que acababa de lanzar, miraba con sonrisa diabólica el atado de yerbas misteriosas y terribles que tenía en la mano. Me sentí nervioso, como no lo había estado en toda la tarde, y de buena gana habría fulminado con los ojos la baraúnda que me obstruía el paso. Ni siquiera te vuelves a mirarme. Y fue tanto lo que me picó la curiosidad que, olvidándome de mi programa excursional, con riesgo de frustrar su número más interesante, me decidí a satisfacerla hasta donde el tiempo pudiera permitírmelo. Sacude, según dice, como un diablo. Tiróle el sable a Cuspinique y después, la manta colorada en que había estado envuelto, el sombrero alón de plumas blancas, todo aquello que le había servido para imitar, más grotescamente, si cabe, al santo patrón de los chupanes. ¿Qué crees tú que le ocurrió? ¿Quién de entre ellos hubiera podido aquilatar su pena y apaciguar toda la tempestad que hervía en el fondo de su pecho? El zorro llegó cansado y con la tremenda lengua afuera, derrotado y muy avergonzado; no se explicaba como había podido perder la carrera. ¿Digo, desde entonces data el odio que os tenéis ambos pueblos? El chico era demasiado curioso y su curiosidad podía llevarle lejos. Lo que más envidiamos las mujeres, hablo de las mujeres honestas, es la gloria de hacer felices a nuestros maridos. Por eso todos sus recursos resultaban como una catapulta. —Que hable Remigio, que es el que lleva la cuenta. Si yo le dijera: vete así no más a pie a Lima y pégale un tiro al arzobispo, se lo pegaba. En provincias sólo nos bajamos así cuando alguna patine o estorbo insalvable nos obliga a ello. —¡Hum! Estamos seguros de que cuando tú le preparas las yerbas a un indio, aunque ese indio sea más listo que Supay, no escapa. El día se ha hecho para trabajar, y en esto del contrabando hay que olfatear y ver venir desde lejos y sin dejarse ver. La gente del Chuqui se crispó de terror y comenzó a gritar: —¡San Santiago! Quien hubiera querido burlarse de él en ese instante no habría dicho nada mejor que este cúmulo de frases intencionadas y azuzadoras. Relatos hondos, dramticos, inspirados en tragedias cotidianas y en ocasiones desgarradoras. Primero, se había olvidado de hacerle al jirca, que está detrás de la casa de la hacienda, las promesas que acostumbraba hacerle cuando salía de viaje. Apenas tiene tres años. ¿Cómo?.. Pues ahora mismo me vas a confesar lo que tienes. Su sección no estaba aquel día de turno y bien podía pasarse el domingo en otra parte. ¿Qué habría querido decir con esta solemne frase aquel señor tan rebelde a los dictados de la justicia? Naturalmente la noticia conmovió a Huánuco entero, y todos —en esta palabra la comprendo a usted también, señora—, todos se apresuraron a averiguar por la feliz mujer que había logrado quebrantar, en el breve espacio de unos días, la indiferencia del desdeñoso germano. —Precisamente por eso no han querido. La ablución cotidiana, el cabello cortado al rape, la manera de vestir y calzar, el trato y estimación que se le diera desde el primer momento, contribuyó a darle aire decencia y visible expresión de simpatía. —Calla tu boca, Chuqui — replicó Marcos, más escandalizado aún—. Ya te decía yo lo ocurrente que era este viejo badulaque. Un puente, por lo mismo que es un desprecio al obstáculo, una burla del hombre a la naturaleza, después de pasado, despierta siempre sensaciones de curiosidad, de alegría, de triunfo. Hasta ese momento podía jactarse de haber sido siempre un hombre. Please contact your hosting provider to confirm your origin IP and then make sure the correct IP is listed for your A record in your Cloudflare DNS Settings page. La ligereza de la boca se paga. Durante el día la labor del papel sellado me absorbía por completo la voluntad. ¿No es verdad, Martínez? Una vez libre Maille, se cruzó de brazos, irguió la desnuda y revuelta cabeza, desparramó sobre el consejo una mirada sutilmente desdeñosa y esperó. Don Ramón que no había perdido una palabra de lo dicho y que en lo de contar y recontar lo hacía más calmosamente que el mayordomo, se apresuró a responder ceñudo y sin levantar la cabeza: —¡Eh! —Entonces, Casimiro Huayllas, que es buen pishtaco. —Yayas son unos supayna-huachsgan que cuando huelen sangre quieren bebería. Se hallaba ya rematándola con vibrante lirismo, recalcando con toda la potencia de su voz el verso aquel de “Quien se la hace a Juan Rabines...” cuando por uno de los costados de la ramada del tambo, apareció claxonante, pidiendo paso libre, el auto del ingeniero don Ricardo, de vuelta ya de la excursión. El perro se agacha, se humilla, implora cuando recibe un puntapié del amo, o cuando se ve con un palo encima. Salvó la puerta de un salto y se lanzó a carrera abierta por los corredores y pasadizos del pétreo caserón, en pos de la salida, a la vez que procuraba evitar el encuentro con la jauría feroz, que ya sentía latir, y a la cual el mayordomo iba azuzando con estas voces: —¡Busca!, ¡busca! LLegó el día domingo y tempranito, en la madrugada, tenían que encontrarse los dos ejércitos en la ladera cerca de la laguna. Y cambiando de tema, con volubilidad desconcertante, comenzaba a explotar el de los motes, acabando por enojar a todos. Una estupidez destilada de un tubérculo. Aunque tú eres fresco y donoso como la flor del maíz, un rieguito, por mezquino que sea, como este que te ofrezco, te fortalecerá. ¿Y no sabes tú que yo no era gustoso de que le gustaras a Aureliano? Así lo había visto mirar y hablar a don Miguel cuando éste se presentaba en los cañaverales a inspeccionar el trabajo, o en el patio de la hacienda, a la hora del ajuste de los socorros. Todos se quedaron estáticos. Una sarta de diez perlas preciosas, de las que cada una mata con más certeza y rapidez que un tifus exantemático. Más bien me vine a la casa y tranqué bien la puerta, por si al hombre se le ocurriera venir en la noche. Los que tu matas con tus yerbas aparecen como disentéricos o tercianientos unas veces, y otras parecen cogidos por el tabardillo. Los puntapiés morales no siempre dan en buena parte. —Pero si todos sabemos quién eres y por eso te estimamos. Al muerto hay que sacarle los ojos y guardárselos para que no indique a la familia dónde se encuentra el illapaco; y la lengua también, para que no avise; y el corazón, para comerlo cuando es de un valiente, porque esto da más valor. Caiga sobre ti el jitarishum. —No muy buena, taita, porque no había plata para la fiesta y el pobrecillo patrón Santiago estaba muy pobre: su manto estaba muy lleno de zurcidos; su sombrero, sin plumas; sus espuelas, que habían sido de buena plata piña, se las habían cambiado los mistis, que pasaron por aquí cuando los chilenos, con unas de soldado, y su caballo, un caballo blanco muy hermoso, que nos envidiaban mucho los de Obas, y que de noche salía a comer a los sacrílegos que pasaban cantando delante de la iglesia y de la casa cural, estaba sin orejas y sin hocico porque se los había comido la polilla. A estos indios lo que les hace falta es el palo, que en mala hora vinieron a suprimir los franchutes”. Apura un poco más el paso. La verdad era que el nuevo cadáver coincidía en toda su indumentaria con el del hombre del recurso: el mismo traje, la misma bufanda de vicuña enrollada al cuello, el mismo hongo faldudo, el mismo calzado amarillo de pasadores. ¿No quisieras una cuchillada, viejo ladrón? Vense allí cascadas cristalinas y paralelas; manchas de trigales verdes y dorados; ovejas que pacen entre los riscos lentamente; pastores que van hilando su copo de lana enrollado, como ajorca, al brazo; grutas tapizadas de helechos, que lloran eternamente lágrimas puras y transparentes como diamantes; toros que restriegan sus cuernos contra las rocas y desfogan su impaciencia con alaridos entrecortados; bueyes que aran resignados y lacrimosos, lentos y pensativos, cual si marcharan abrumados por la nostalgia de u:na potencia perdida; cabras que triscan indiferentes sobre la cornisa de una escarpadura escalofriante; árboles cimbrados por el peso de dorados y sabrosos frutos; maizales que semejan cuadros de indios empenachados; cactus que parecen hidras, que parecen pulpos, que parecen boas, y en medio de todo esto, la nota humana, enteramente humana, representada por casitas blancas y rojas, que de día humean y de noche brillan como faros escalonados en un mar de tinta, y hasta tiene una iglesia, decrépita, desvencijada, a la cual las inclemencias de las tempestades y la incuria del indio, contagiado ya de incredulidad, van empujando inexorablemente a la disolución. Una especie de ciudadela sagrada, en la cual sólo podía penetrarse por un portachuelo escalonado y a pie, por no permitir su anchura el paso de un jinete. Está más vivo que nosotros. Hecha la catipa y satisfecho del sabor de la coca, saltó la tapia y emprendió una vertiginosa carrera, llena de saltos y zigzags, en dirección al campanario, gritando: —¡Amigo Cunce!, ¡amigo Cunce!, Facundo quiere hablarte. Nada vale que sea hijo suyo por obra de la ley, de esa ley que sólo él pudo invocar, si ante Dios y los hombres no lo es. —Parece que le tuvieran agarrado, señor —exclamó Yábar. ¿No sería cosa digna de un sargento sacarles de esta oscuridad? A no ser que alguien, al terminar la lectura de este relato, piense de manera distinta. Casual o previsto el caso, ¿cómo pudo matarle y llevarle cargado desde el cuarto en que estaba la mesa volcada hasta la huerta, y, como quien mete una pala de pan, introducirlo en el horno y desaparecer? Dama por todos sus costados. —¡Bájese, don Ramón, que ya no puedo más! ¿Te parece bien? Para qué, pues, enterarme de la residencia de esa mujer, ni de quién fuera su marido, ese que tal vez viviría, a su sombra, feliz y confiado. Tal vez si el piojo tiene en el hombre la misma misión que cierta mosca parásita de la paloma: presentir el peligro y avisarlo. Había que ver al pobre ratoncito, como sacaba su cabecita entre las manos del zorro. —Y te trajeron en menos de diez horas. El cancha-jora o blanco, que simbolizaba a las solteras mozas y honestas, iba por ahí también. —¡Arrastradlo! Hazme llegar bien donde voy; has que la tempestad recoja su agua y, cuando salga de aquí, que los vigilantes no me encuentren ni me vean. Cuento con experiencia asesorando y brindando soporte quirurgico para la colocación y remplazo de terapia de presion negativa (sistema vac) en diferentes clinicas y hospitales de la ciudad. ¡Te lo juro! Ya sé lo que ha querido usted decirme. Mi coca no me ha engañado y mi jirca se ha quedado contento con el regalo que le hice. Mientras Quiñónez se alejaba, mi escribano, que hacía rato hojeaba con mal disimulada nerviosidad el expediente, exclamó: —Señor, me pasa una cosa extraña: el recurso de oposición no está en los autos, sin embargo, de que estoy seguro de haberlo cosido yo mismo. De día callan, piensan, murmuran o duermen. Y como lo supongo socio de algún Club... —Lo hago muy mal. Ni cómo evitar el trompiezo. Pero de la imbecilidad se puede salir; de la idiotez no. Es hoy el orgullo de Lima. ¿Pero qué podría importarle la muerte a él, acostumbrado a jugarse la vida por nada? Dime ahora, ¿las mujeres de tu pueblo tienen manos parecidas a las mías? El cuerpo estaba intacto; no presentaba huella alguna de lesión, y la sangre que le empurpuraba la boca parecía más bien producida por un derrame interno. Se trataba de Ishaco, el indiecillo aquel que un tiempo fue el rebullicio y tormento de mi casa, y, a pesar de esto, la alegría también. —Veremos, porque éstos a la hora de soltar el dinero son muy roñosos. Ahora estoy ante ti perfumada, sedosa, tal como soy realmente, para que así puedas verme mejor e interrogarme sobre todo lo que tu malignidad suponga. Chupanes no creemos lo que dice doña Santosa; chupanes sabemos que taita Ramun es generoso. Le negaban el saludo; se entraban al verle pasar; cerrábanle las puertas y, para colmo de esa situación odiosa, no tuvo ni la compañía de su padre Conce ni de su abuela Nastasia. Pero una vez en su pueblo, en Chupán, donde llegó una tarde, su desencanto fue doloroso. Me hacía las doce leguas, de seis a seis, sin sentirlas”. —¿Has pensado bien lo que has dicho? Te da, por ejemplo, independencia, rebeldía, confianza en ti mismo y en cambio te quita escrupulosidad, sensiblería, amaneramiento. —¿Y usted ha encontrado la originalidad en el caso Zimens? HUANIA-PISHTANAG: donde se asesinó a la querida. ¿No te basta la que tienes, tan hermosa? —Bajo tierra, taita, en donde no puede oírte —contestó el alcalde cesante. Acepté. —Mi jirca, taita Melecio, mi jirca. De aquí dedujo también una máxima de buen vivir: que el ser tercero en cosas de amor no es inconveniente para ser el primero en cosas de milicia. El blanco A Luis Alberto Sánchez I El título no me había servido de nada. cranium instrucciones, significado símbolos celular samsung, festividades de trujillo, carpeta de recuperación 4to de secundaria resuelto educación física, poema del bicentenario de la libertad hispanoamericana, cuantas descargas tiene tik tok 2022, inteligencia práctica ejemplos, comidas criollas rápidas y fáciles, plaguicidas contaminantes del suelo, ultimas noticias de lambayeque correo, concepto de cosa derecho civil, ejemplo plan de recursos humanos, concepto de práctica docente según piaget, el chinito delivery lima, plantilla brochure gratis, carrera de periodismo deportivo en perú, conclusión de las clases presenciales, registro de inmigrantes italianos en perú, bocaditos para cumpleaños fáciles, cuanto cuesta una canasta de picnic, ejemplo descripción de puesto vendedor, cinderella and four knights, alquiler de terreno para cochera, 250 recetas fitness pdf gratis, olx tacna alquiler de cuartos, daño emergente jurisprudencia, noticias lambayeque hoy último minuto, colegios estatales en ate vitarte, experiencias de aprendizaje 2022 primaria, canastas navideñas makro, accionamiento de limpiaparabrisas, desventajas de la agricultura intensiva, método de aristóteles y platón, cómo era la educación en la edad antigua, convocatorias mimp aurora 2022, 10 ejemplos de proposiciones condicionales, fertilizante 20 10 20 para que sirve, letras de reggaeton 2019, mangos restaurante buffet, redes sociales por edades 2021, onpeduca 2022 octubre, psicología social aplicada: teoría, método y práctica, malla curricular ingeniería mecánica eléctrica uni, universidad nacional autónoma de chota telefono, características de la inteligencia musical, salernitana vs juventus pronóstico, solicitud de reembolso rimac, que significa soñar con dios vestido de blanco, universidad de lima egresados notables, cuanto tiempo pasan los jóvenes en las redes sociales, cuadro comparativo de los principales indicadores macroeconómicos, evolución de la industria textil línea de tiempo, pdf recetas de pescados y mariscos, vinagre de manzana de santa natura, eucerin oil control es resistente al agua, curso de ecommerce gratis, derecho y ciencias políticas pucp, foda académico universitario, arquitectura de la cultura chincha, centro cultural peruano japonés arquitectura, cuanto gana un ingeniero industrial de la uni, dfsk glory 330 características, modelo de adenda de contrato word, el poder de los hábitos pdf resumen, ejemplo de globalización educativa, matrícula extemporanea pucp 2022, malformaciones congénitas musculoesqueléticas pdf, semiología psiquiátrica libro, uniforme de karate negro, como llegar a pozuzo desde lima en avión, métodos de balanceo de líneas, , liga contra el cáncer teléfono, osce dirección trujillo, esguince crónico de tobillo, empresas privadas en tacna, usmp idiomas campus virtual, renault kwid ficha técnica,
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